El cómo llegar
Las finales llaman a España. Empiezan con el partido del miércoles y continuarán hasta que Simeone felicite a sus soldados en la última jornada de Liga. Madrid y Barça abrirán el capítulo decisivo de la temporada con un duelo inédito. Ronaldo no jugará por sus problemas físicos y los catalanes vadean un sentimiento de desconfianza paralizadora.
Los blancos arriban la final de Copa con la ilusión que predica Ancelotti, pero desprendiendo un movimiento de duda preocupante. El Atleti mostró el camino: presión incesante de los atacantes hacia los centrales de plástico del Barcelona durante el inicio del partido, intensidad ilimitada, certeza máxima de triunfo y pellizcos a Xavi e Iniesta. Carlo lo vio, pero con la impotencia de saber que su equipo no lo podrá representar. Bale,Benzema y el tercero que rompa la BBC no conciben la entrega defensiva al ser futbolistas de museo e imposibilitan la primera línea de presión. El balón llegará consciente a medio campo y Modric, Di María y Alonso aún no han sido capaces de imponerse en una gran cita. El Madrid necesita las mejores explosiones de contagio de Di María, que Modric rompa líneas como contra los equipos mortales y que Xabi adquiera un posicionamiento extremadamente perfecto. Si se echan atrás el Barça vencerá, aunque solo sea por inercia. Bale debe cargar con la responsabilidad que CR deja huérfana, apoyarse en los dulces y cálidos pies de Benzema y romper en velocidad. Los de Ancelotti tienen que jugar rápido y creer en los momentos desenfrenados de Di María. Casillas de ángel guardián y una obligada sobriedad de Pepe y Ramos para frenar a su diez, cuidando los desmarques por los laterales que tanto lastimaron.
Si el Madrid ofrece dudas, el Barça las catapulta desde todas sus líneas. Desde un Tata condenado hasta un Messi juzgado. Faltan centrales y sobra desconcierto. Pinto es considerado peor hasta que el debate Casillas-Diego López, aunque probablemente tan malo no sea. La temporada de Alves es sospechosa y en la defensa solo Alba guarda una forma reconocible. Mascherano deambula en una posición inadecuada y encabeza una retaguardia apetecible para toda delantera. Xavi está siendo agujereado por lo que era y ya casi no es. Saca la varita en días púrpuras y no alcanza el peldaño físico requerido. A Cesc hace partidos que no le vemos, confundido entre las dos líneas de 3 del Barcelona. Se pierde en el campo y no consigue expresarse con relevancia. Y llegamos a Messi. Acusado de mil delitos aún siendo el mejor jugador en números de esta segunda vuelta. Innegable es su pérdida repentina de impacto, pero sus pasos cortos y sosegados siguen aterrorizando, y más al Real Madrid. Messi no se tiene que reivindicar, ya le conocemos. Mata en silencio. Los de Ancelotti no son tan rocosos como los del Cholo, habrá espacios y Leo no se ahogará como en el Calderón. Varane, el único madridista que ha demostrado capacidad para pararle. Messi está obligado a contagiar a este Barcelona pálido, de acierto y optimismo y no al revés. Merecen margen y una oportunidad, no críticas atroces y ridículas. El tiempo dictará.
Un Madrid intenso en las dos primeras líneas de presión con un mínimo de lucidez decantaría el partido. Un Barça libre impulsando el balón desde atrás, con Xavi, Iniesta y Messi recibiendo balones limpios se hará con la victoria. Neymar y la espalda de Carvajal. Bale interpretando la voracidad como lo haría Cristiano. Los detalles decisivos si ninguno de los dos equipos termina de implantar su guión.