Los tres mosqueteros
Tres franceses de ascendencia norteafricana. Dos de origen argelino y otro tunecino. No se equivocan, hablamos de Karim Benzema, Hatem Ben Arfa y Samir Nasri. El claro ejemplo de la arrogancia, la indolencia y la más exquisita clase. Futbolistas capaces de lo mejor y lo peor, esclavos de la irregularidad y los buenos despertares...
Para conocer mejor la historia de estos tres jóvenes talentos, hemos de remontarnos al mundial sub-17 del año 2004,en el que se fraguó la conocida "generación del 87 francesa". Benzema, Nasri y Ben Arfa formaban parte de este combinado galo, que finalmente, se alzó con el título de campeones al doblegar a la selección española de Cesc, Piqué y compañía. La estrella de este torneo fue indudablemente Hatem Ben Arfa. Enloqueció a críticos de todas las áreas del globo, gracias a su capacidad de desborde, decisión y golpeo con su pierna izquierda. Estaba llamado a marcar una época. Benzema y Nasri también destacaron, magia y clase les avalaban, aunque asumieron un rol inferior al de Ben Arfa. Al concluir este campeonato, Karim y Hatem firmaron por el Lyon, y Nasri hizo lo propio con el Marsella.
Todo el mundo esperaba una pronta irrupción de ellos en la Ligue 1... y así fue. Se afianzaron en poco tiempo a la titularidad con sus respectivos equipos y media Europa se los rifaba. Demostraron sus innegables aptitudes con rapidez, pero también se les comenzó a ver como jugadores un tanto conflictivos y apáticos, que pecaban con asiduidad de holgazanería y escasez de lucha. Aún así, eran los elegidos para coronarse en la cima del fútbol mundial y mantenían en vilo a los grandes clubes. El primero en salir fue Nasri, destino Arsenal, cuya baja en el Marsella fue cubierta por Ben Arfa, que salió del Lyon al sentirse ensombrecido por la figura de un espectacular Benzema. El temperamento de Hatem empezó a lastrarle, mientras que Benzema y Nasri seguían consolidándose. Por fin, Karim emigró con rumbo al Real Madrid y Ben Arfa recaló en el Newcastle.
Actualmente, estos tres magníficos futbolistas siguen sin rendir según lo esperado. Padecen el síndrome del mediapunta. Intermitentes e irregulares, pero en ocasiones, aparecen sin avisar, ofreciéndonos ese fútbol que nos hace pagar una entrada, disfrutar y aplaudir. Muestran lo suficiente como para seguir esperándoles, para que alcancen esa cima, para que decidan campeonatos, siguen siendo jóvenes... Contad con mi confianza mosqueteros.
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